“Pletórica, rebosante, exuberante… se mostraba en el túnel del Acuario. Con su mirada intentaba traslucir satisfacción y confianza. Esas magníficas instalaciones, las mejores de su clase en toda Andalucía, le pertenecían. Todos la felicitaban con motivo del aniversario del Acuario y ella se dejaba querer. Su corte de bien pagados aduladores se desvivía para desterrar cualquier fantasma que la perturbara. Pero detrás de la pose había algo en su subconsciente que la inquietaba. No sabía porque pero no podía quitarse de la mente una sensación de usurpadora, de estar en un lugar que no le pertenecía, desempeñando un papel que no le correspondía. Aspiró profundo, se sacudió la melena rubio teñido y se apresto a continuar con la farsa desterrando sus fantasmas.
Semanas después, otra imagen la devuelve a la realidad. Los trabajadores del acuario han tenido la osadía de turbar la “paz social” que todos, desde la carcunda derechista hasta los falsos izquierdistas, se esfuerzan por mantener. Y todo por casi nada, por unos míseros 30.000 euros que les debe a la empresa y esta a los trabajadores. No comprenden que deben sacrificarse para que el pueblo pueda “arder en fiestas”. Otra vez obligada a repetir el mismo cuento que pocos creen: “Que no se le debe nada a la empresa, que están al corriente de pagos”. En esta imagen está ausente, son los bien pagados pretorianos los que deben mentir por ella. Hay que preservar a cualquier precio el principal activo del tripartito más uno”.
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